Para los que querían la continuación... se acabó la espera!

"Tu mundo sólo está limitado por tu Imaginación"

   Hola a todos y todas!!! :D
     Como están?? acá estamos padeciendo el Invierno... :( no es una estación que me guste mucho... no me gusta el frío, ese es mi problema, pero buee... me la banco y espero con ansias la legada de mi querida Primavera.
    Todavía estoy terminando la pintura del Dragón del Sur, y sólo me quedan 2 capítulos y un poquitito para terminar la novela! no lo puedo creer :D tendré que festejar de alguna forma cuando la termine!
    Hablando de eso les traigo otro trozo más del capítulo 1, ese que leyeron en la entrada pasada. Como a veces los detalles se nos olvidan voy a volver a colgar la parte que leyeron además de la de hoy, no se, por si hay ganas de leerlo completo para que halla más coherencia ;)
     La línea en rojo en el texto marca el punto en el que terminó el fragmento pasado e inicia el nuevo, por si solo desearan continuar y no releer. Vieron...estoy considerada hoy! ... Jajaja.
     El proyecto viene bien encaminado, y en un tiempito más la voy a tener corregida, terminada y lista para luchar con el editor que se me asigne.
              Acá les dejo el texto!
   Ah! por cierto! se me había olvidado mencionar que el nombre del capítulo es "Cruzando el paso" ;) que sin dudas es uno de los más bruscos de toda la historia, no se asusten, después el ritmo se calma.
                     
                                  Parece largo, pero es porque agrandé la letra para no esforzar tanto la vista al leer ;)
   ven, hasta por eso me preocupo. jajajaj :)


               

         Una figura sigilosa atravesaba las Montañas del Oeste, un laberinto de rocas tan profundas como los abismos marinos. Serpenteaba por el desfiladero que cada vez, era más escarpado. Volaba a poca altura, pese a su imponente tamaño, sumergida entre las sombras, pero manteniendo su atención en las cumbres que la rodeaban.

         El aire era frío y tan húmedo que se condensaba en gotitas que las poderosas ventiscas congelaban sobre aquél cuerpo resistente.

         Pero la criatura no se encontraba sola.

         Una figura de menores dimensiones se hallaba a su lado, temerosa, en aquel desconocido lugar. Por más que lo quisieran, el compañerismo no era capaz de asegurar el bienestar de los osados visitantes.

         Cada segundo se tornaba una insoportable eternidad, repleta de una incertidumbre capaz de alborotarles los pensamientos e impedirles respirar.

          Silencio.

          Ambas criaturas sintieron un súbito temor.

          Algo había cambiado…

          Era demasiado tarde como para intentar regresar.

          El desfiladero continuaba cerrándose, convirtiendo la altura a sus lados en barreras impenetrables, como dagas de roca hacia ellos.

          Sólo restaba intentar cruzar el paso siendo imperceptibles para los ojos invisibles… El resto era pura fantasía.

          Sobre el lomo de la bestia mayor se encontraba un humano robusto; sus facciones revelaban una gran tensión. Estaba armado con una espada  larga y delgada amarrada al cinto, cuya empuñadura elaborada tenía engarzada una enorme  esmeralda; además de un arco y un carcaj lleno de flechas sujeto a su espalda.

          A medida que continuaban adentrándose en la inmensidad rocosa, el nerviosismo del pequeño grupo aumentaba. Las posibilidades de escape rápido disminuían, frente a sus atentas y perturbadas miradas.

          Avanzaron a mayor velocidad, batiendo sus alas de terciopelo con una eficaz suavidad que no emitía sonido, introduciéndose en el corazón escarpado de las montañas.

          La quietud reinaba en la penumbra.

          Hasta que una voz temblorosa rasgó el silencio en mil pedazos.

          -¡Vámonos! Olvidemos la misión y regresemos ¡No vale la pena!- exclamó a toda voz el humano, con los nervios a flor de piel. Había sucumbido ante el temor, olvidando su deber y su palabra. Calló de inmediato al interponérsele otra voz, mucho más estruendosa, como el entrechocar de dos inmensas masas de roca.

           -¡No! ¡Sólo estamos a unos pocos kilómetros de la salida de este maldito paso!- bramó el ser que el hombre montaba, enardecido.

            Y continuó reinando el silencio…

            El silencio ante la ausencia de vida… Eso era lo que lo hacía tan especial.

            Estaba comenzando a amanecer, trayendo a  los colores cálidos que hacían su tímido acto de presencia, y que lo cubrían todo con un suave resplandor. Haciendo resurgir la vida de entre las tinieblas de las Finis Terrae.

           Aunque lo desearan, esta nueva claridad no bastaba, la niebla era tan espesa que a duras penas lograban divisar las rocas a su alrededor.

           El viaje transcurría y el paso abismal ensanchó sus muros irregulares en una forma de claro rocoso.  Allí se apreciaba el curso de un río de aguas heladas, brillante como cristales líquidos en un frenesí imparable. Luego de exponerse, penetraba en la oscura grieta sobre la que sobrevolaban con gran cautela, desapareciendo de su vista.

            El grupo, exhausto, ignoró el llamado tentador del agua fresca, lo que resultó muy complicado, pues habían permanecido en vuelo durante un largo período sin detenerse siquiera un instante. Sólo se resistieron por temor a permanecer demasiado tiempo en ese sitio riesgoso, y atreverse a jugar con la suerte.

           No estaban dispuestos a exponer su cometido.

           Batían las alas sin emitir sonidos, ni un gruñido, ni un chasqueo.

           Nada.

           Esforzándose por mantener una posición ventajera entre las corrientes de aire, como si lo único que quisieran fuera pasar desapercibidos por completo. Como espectros.

           Estaban a punto de abandonar  la comodidad del claro que les ofrecía extenderse del todo, y maniobrar a su antojo… Cuando de súbito una colosal masa azulada se desplomó sobre el gran dragón blanco, derribándolo con brutalidad, y cortando su única vía de escape.

          La bestia azul había sujetado de inmediato el cuello de su víctima con sus fauces aterradoras. El humano que lo montaba sufrió las consecuencias, pues salió despedido de su lomo como una flecha hasta impactar contra una enorme roca lisa.

           La criatura blanca luchaba con todas sus fuerzas por librarse de su oponente, que con vehemencia intentaba inmovilizarlo propinándole zarpazos y dentelladas frenéticas de desesperación. Contra sus deseos, ante tales defensas, su agresor lo soltó.

           Rugió, penando de dolor.

           Pero no se dio por vencido…

           Dio un salto para alejarse, impulsándose con sus zancas traseras, estremeciendo el aire. Aún en las alturas, extendió a medias sus alas translúcidas, ajustándolas en un  ángulo riguroso, con lo que logró un brusco giro aéreo. Con sus patas traseras se empujó desde una pared de roca, y embistió de frente a la blanquecina criatura chasqueando las mandíbulas, rabioso.

             Ambos dejaron escapar un rugido que sacudió la tierra y el cielo.

             Rápido como un destello, el dragón blanco evitó el golpe escurriéndose como una serpiente, clavando sus dientes como cuchillas en el ala de su atacante, antes de que este pudiera aterrizar. Provocando que esta se rasgara sin oponer resistencia.

             Parte de lo que antes era una imponente ala, ahora sólo era un conjunto de hilachas membranosas cubiertas totalmente de sangre.

             El ser azul rugió, repleto de angustia provocada por un incontenible dolor, que se transformó en una mirada iracunda.

             Sin que se detuviese el fragor de la batalla, el dragón rojo, que yacía derribado en tierra, se irguió sobre sus cuatro patas con mucho esfuerzo.

             Tambaleante se precipitó a averiguar el estado de su acompañante humano, corriendo a tumbos entre las rocas de granito…

             Pero el impacto había sido demasiado fuerte para él, y ya no quedaba nada por hacer.

             Su vida se había perdido.

             El dragón rojo penó por dentro, lamentándose no haberle detenido la caída.

             Sólo restaba intentar socorrer a la criatura blanca, para que lograra vencer a su atroz oponente.

             Sin embargo, de manera inevitable, su compañero restante también estaba siendo derrotado, a pesar de su formidable esfuerzo, y de la total entrega de su poder.

             Su contrincante era demasiado fuerte.

             Debía darle toda la ayuda que fuera capaz de proporcionarle… Por esto decidió batir sus alas sólo unas pocas veces, alzó un vuelo suave, y apegando sus extremidades al cuerpo, descendió en picado sobre la bestia azul. Con esto logró una breve distracción, arañando su cuerpo sin piedad, pero que por desgracia no fue suficiente para liberar a su aliado, que continuaba bajo ataque. Y como si fuese poco, el dragón se lo quitó de encima sin esfuerzo; con tanta fuerza que lo hizo impactar contra una lejana roca de granito, olvidándose de esa pequeña molestia, ya que no lo consideraba una amenaza para alguien como él.

             Sin poder hacer nada… eso fue lo que resultó para el dragoncillo rojo.

             Y desde esa posición, dolorido y aturdido, observaría el principio del final de la batalla…

             Desde las alturas, sobre un risco, un humano esbelto, comenzó a descender con absoluto sigilo, entre los matorrales…
   
    
     Esta vez me tomé la libertad de publicar algo un poquitito más largo porque bueno... creo que no les agradaría demasiado que les cortara la batalla por la mitad. jajaja. 
    Espero que les halla entretenido-gustado-encantado o lo que sea que les halla pasado :) 
      Bueno gente!! me tengo que despedir, pero prometo volver pronto, no se... depende de cuantas ganas tengan de seguir.....
                           Les mando un enorme saludo y les deseo un excelente fin de semana! 
  
   Michelle, Dragona del Este.